Antes de nada: Sí, sí, lo sé, os voy a parecer medio bipolar, pero cuando veo que es otra persona la que tambien sufre, es cuando las cosas giran y cambian.Lo de que la vida
nunca es fácil, no me la habían dicho. Lo aprendí yo sola. Hay personas que tienen una vida dura,
mucho más de lo que quieren aparentar. Se acerca el día, en el que crees que ya no te queda nada que perder, que ya no queda esperanza, que lo mejor es soltarlo todo y salir corriendo sin mirar atrás, sin saber adónde vas ni pensando en las consecuencias.
Porque te duelen los ojos de tanto llorar. No, no me lo estoy inventando. A mí me pasó. Sentía continuamente el peso del mundo sobre mí. Y no, no me hace gracia ir por ahí diciendo que los dos años que llevo de instituto han sido los peores de mi vida. Y no es una exageración. En primero de la Eso, desde el primer día, empezaron a insultarme, hice lo imposible para parecer indiferente a las palabras. Conocí a una chica, (sí, sí, esa de una entrada anterior en la que la llamo patética) me defendía a todas horas, empecé a tener seguridad conmigo misma, los problemas llegaron, cuando me dejó tirada, me dejó sola, ya no era la amiga que ella quería. Tenía la moral por los suelos y aquellos que me insultaban se aprovecharon de eso tratándome todavía peor. Todas las noches lloraba. Estaba sola, dolida, me quería morir. Pasó el tiempo, hice nuevas amigas, actuaba demasiado fingiendo que no me importaba que me insultaran, así que ellas no me defendían. Aún así, nadie excepto ellas se me querían acercar, me trataban como si tuviese la gripe A o algo así. Un día, el único en la vida, hace 1 mes y poco. Tuve el impulso de querer matar a aquel que tanto daño me hacía a ostias y de no ser porque una de mis amigas me sujetó, lo habría hecho. Tenía ganas de llorar por todo, si perdía una goma, si no encontraba el sacapuntas, si el ordenador tardaba en encenderse, si no era sábado y no había pizza para cenar, por todo. Me sentía inútil, bueno, ni eso, no me sentía nada, no tenía buenos amigos, estaba sola en el mundo, me quedaba blogger, sí, suena tonto, me parecía hermoso aquel mundo de píxeles, una especie de vía de escape al mundo real. Pero por mucho que me aferrase a blogger, en cuánto apagaba el ordenador, me volvía a derrumbar. Me seguía sintiendo la niña nueva pasados casi 2 años en ese instituto. Llevaba meses sin tener razones para sonreír. Mi pueblo y Blogger los lugares más bonitos del mundo. No podía seguir así. Hablé seriamente con mis padres y el 5 de marzo de 2012 me cambié de instituto. No me rendí nunca. Y ahora tengo amigos que me quieren, no tengo novio y mi vida tampoco es perfecta allí (Véase entrada anterior a ésta) Pero tengo razones para sonreír, mis notas mejoraron, al dejar de llorar todos los días tuve más tiempo para otras cosas, empecé a utilizar el teclado-piano que me regalaron por la comunión y la verdad ahora se me da bien. Por lo menos puedo sacar algo bueno de estos dos años y es que he aprendido que vale la pena luchar, seguir intentándolo, que da igual cuál sea el problema, un día se irá y ese día, la vida te dará razones para sonreír cuando tengas ganas de llorar.